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SOCIEDAD ANÉMICA Y ECONOMÍA POLINÓMICA

SOCIEDAD ANÉMICA Y ECONOMÍA POLINÓMICA

IV.SOCIEDAD ANÉMICA Y DESINFORMADA EN ECONOMÍA POLINÓMICA. CUESTIÓN FINANCIERA y ECONÓMICO-SOCIAL EN LA SITUACIÓN ACTUAL. DISFUNCIONES Y CRÍTICA DE LAS NO SUFRAGADAS POLÍTICAS EUROPEAS

  

El más importante que, hoy, la gran mayoría de los ciudadanos esperan de la democracia ya no es sólo la libertad, pero un empleo, acceso a una casa, un nivel de bien-estar mínimo y en general una vida digna.

La cuestión económico-financiera, en la situación actual, nos lleva a afirmar que, incluso si puede ser excesiva la creencia keynesiana, expresa en 1936, de que a las ideas de los economistas y de los politólogos, ciertas o erradas, se van entrañando gradualmente en la sociedad, acabando por gobernar el mundo[1], la verdad es que ni siempre a las ideas que gobernar el mundo, porque más difundidas o impuestas por quien gobierna, son las más correctas y menos prejudiciales al futuro de los pueblos. 

Sabemos que hoy, en causa, de nuevo, están, como en la Gran Depresión[2] (aunque más elaboradas -y seguramente usando libremente productos financieros menos transparentes para los ciudadanos-, por los autores neoclásicos), las mismas políticas económicas, según los axiomas del liberalismo, basado en el “laissez-faire; laissez-passer”, vigente hasta la década de treinta del siglo pasado, que ha llevado el  mundo a reconocer la necesidad de estricta regulación[3]

 

A economía, incluso si es de mercado bajo las orientaciones consideradas como más liberalizantes (evado de una ideología de un cada vez mayor distanciamiento de la idea de democracia económico-social), y desregulado (a nivel nacional o unionista, incluso con sentido disminuidor del papel del Estado y de la libre e incontrolada circulación de bienes, servicios y capitales, pues internacionalmente es la anarquía) no es un mero producto de un funcionamiento “automático”, a penas “regulado” por las pseudocientíficas “leyes económicas” o “leyes del mercado”.

Y asistimos incluso a una multiplicación y complejificación no sólo de los agentes económicos, como de las reglas con que se rigen, que van para allá de las reglas producidas por los poderes públicos, con las propias entidades privadas a pasaren a crear normas por “delegación” pública o en el ámbito de autonomías auto-asumidas o resultantes de la negociación o coordinación con los poderes públicos[4] y, en general, a una creciente hiperbolización de las relaciones entre el sistema económico y otros sistemas como el administrativo, el político, el jurídico y el comunicacional.

Pudimos citar como cuestiones que venían siendo tradicionalmente disciplinadas, aunque insuficientes para garantizar el constitucionalizado control o subordinación del poder económico al poder político (o sea, los temas referentes a los principios generales insertos en los textos constitucionales de los Estados), la materia de los derechos de los trabajadores, consumidores, depositantes, locatarios, protección ambiental, competencia, concentraciones, etc.

Hoy, sigue habiendo muchas normas en estos campos, pero han sido alteradas algunas o no elaboradas otras ante el avanzo de nuevas concreciones del funcionamiento del capitalismo y sus evidentes posibilidades de desvíos.

Empezaran a faltar aquellas que el capitalismo financiero de las últimas décadas ha impedido, a través de la difusión resucitada y programada de la ideología económica ultra-liberal (que según sus autores enriquecería, sin cualquier riesgo de crisis, los individuos y luego toda la sociedad en términos tales como la humanidad nunca habría visto), pero cuyo único objetivo, olvidada la Gran Depresión, la doctrina social de la iglesia Católica siempre muy atenta a la cuestión social a lo largo del siglo XIX y XX, los principios del keynesianismo, incluso adaptados a la nueva realidad de un mundo abierto, y el consenso social-demócrata, era potenciar ingresos inmensos y rápidos para los titulares de las grandes fortuna y sus administradores.

Hay incluso una rama del derecho que se proclama autónomo, el derecho económico, que será constituido por el “estudio de la ordenación (o regulación) específica de la organización y dirección de la actividad económica por los poderes públicos y (o) poderes privados, cuando dotados de capacidad de editar o contribuir para la edición de reglas con carácter general, vinculadoras de los agentes económicos”[5]. Diríamos más genéricamente que es el conjunto de reglas jurídicas aplicables a la actividad económica en sentido amplio.

El problema, es que incluso habiendo muchas normas, en los dominios bancarios y de productos financieros dichos innovadores, el Estado se ha retirado y además ha disminuido los impuestos a las grandes fortunas y jugadores en la bolsa.

De ahí las burbujas incontroladas, las crisis, la distanciación entre los rendimientos, el acumular de fortuna de los ya ricos, que en crisis ahorran y no gastan, y el empobrecer d la mayoría de los que necesitan de dinero para consumir, vivir el día  adía y sin los cuales, sin su demanda, la economía se retrae y sigue o entra en crisis.

El Estado, incluso que no sea productor y distribuidor de bienes, y se olvide de sus importantes funciones constantes (en Europa, en general, de las propias Constituciones, como ocurre en España y Portugal, pudiendo; inclusive si las obligaciones de ahí decurrentes están comprometidos en la efectuación de sus objetivos por el dominador ultra-liberalismo de la globalización y de la Europa pos-AUE y Tratado de la UE), en Estado de bien-estar social debe ser un redistribuidor del rendimiento, no necesariamente por la producción directa de bienes, pero si necesario de servicios, como es el caso de los servicios sociales básicos, a bajos precios.

Es un prestador de muchos servicios que no tiene dejado de todo[6], que han crecido con el Estado Social en el pos-guerra, sin políticas económicas clásicas, antes social-demócratas, y ahora van minguando ante el apetite de los sectores financieros en actuación libre en un ambiente de neoliberalismo. Y ha sido así, incluso como agente exterior al mercado (sea un Estado ampliamente interventor, incluso con autonomía, en la orientación de la economía, como el Estado del Welfare, Estado-Providencia, de regulación pública de las economías de mercado en general e igual del mercado del trabajo (derecho de protección del trabajo, a que incluso los regímenes no democráticos que dominaran la mayoría del siglo XX español y portugués, han dado atención), resultante de la transformación del sistema capitalista “competencial” en capitalismo organizado y incluso orientado (planificación indicativa para los particulares y planificación pública, como uno de los medios de control y orientación del mercado: o sea del poder político sobre el económico; y democratización del sistema económico), todo en la línea de una ideología, no de partidos pero, en el campo económico, dicha del consenso social-demócrata del pos-guerra.

Ocurre que hace tiempo caminamos para una ideología de Estado mínimo, contra el anterior Estado regulador[7] (mayor o menor, como hoy tiende a acontecer, incluso entre nosotros con el orden jurídico a tender globalmente a seguir las orientaciones “anarquizantes” y “asocializantes”, con desregulaciones o no regulaciones significativas en la actividad económica.

Tradicionalmente, esto se traducía en garantizar, apoyar o defender las iniciativas privadas, promoviendo, incentivando, interdictando o controlando[8] (v.g., telecomunicaciones), fiscalizando, subsidiando (productores o consumidores, fijándoles precios máximos), condicionando (desde luego, donde hay riesgos para la salud, seguridad, urbanismo, ordenación del territorio, protección del patrimonio cultural, paisaje, ambiente en general y mercados financieros), o planificando las actividades de los ciudadanos[9], dando al mercado orientaciones a través del plano, siendo cierto que estos planes económico-sociales y después los planes de ordenaciones territoriales en general, aquellos en economía de mercado sin asumir imperatividad pero esto con fuerte carga impositiva, eran y en parte aún pueden seguir, si hubiese dinero público e inversiones privadas, siendo un medio de potenciar el desarrollo económico-social y ayudar al controlo y a la orientación por el poder político o administrativo del poder económico y de su democratización regionalizadora.  

En general, al Estado cabe la promoción de la solidaridad social, incluyendo a redistribución de rendimientos en términos que no pongan en causa la dignidad de la vida de la persona humana, en el sentido de proporcionar el bien-estar social y cualidad de vida de los ciudadanos, con especial atención a las clases más desfavorecidas, corrigiendo desigualdades en la distribución de la riqueza, fruto de la lógica del mercado libre, que se pauta por la procura del crecimiento y del lucro, no por sí, de la eliminación de la pobreza o del reequilibrio de los rendimientos entre personas y entre distintos locales de vivencia.

Los principios jurídico-económicos del ordenamiento unionista europeo, tanto los históricos del período dicho comunitario (mercado único[10] y sus cuatro libertades de circulación[11], competencia), como los adicionados posteriormente (economía de mercado abierto y de libre competência), ya en el período de la UE y del Euro (Tratado de Maastricht y zona euro) se orientan a la estabilidad de los precios, a través del ademocrático, tecnocrático, BCE, con un encuadramiento exigente de las finanzas públicas y de la moneda europea y sustentabilidad de las balanzas de pagos.

En general, el princípio de la subsidiariedad, conyugado tanto con los poderes originales, de las competencias por atribución, y de la prempción, sin perjuicio del de la ampliación de las atribuiciones sin ser por la vía jusinternacionalistas, pero por la cláusula de la flexibilidad del artículo 308 (asunpción de nuevas competencias por deliberación unánime del Consejo, bajo propuesta de la Comisión y un parecer del parlamento europeo), sin necesidad de revisión y aprobación parlamentaria del tratado de la UE).

Y, en cuanto a la União Económica, para allá de la unión Aduanera, Mercado Común, Moneda Única, que decir?

Estamos ante un todo que no va bien en tiempo normal y va peor en la crisis mundial [además, pagando somisamente a las controversas institucions americanas de notación y a sus sócios y inversores, en vez de crear las suyas, europeas, aunque con estatuto de independencia (estas sí, independientes de la política y de los interesses económicos concretos; no el Banco Central Europeo cuya independencia, además según ideologia y opción pre-establecidas por un país, domina las políticas fundamentales de todos lso Estados y de la UE, sin cualquier control democrático verdaderamente paneuropeo)], el cual, además, en el período anterior ya estaba disfuncional, preparando las dificultades acrecidas para salir de la crisis la mayoría de los países que antes ya iban degradando sus balanzas de pagos, por lo que no iban naturalmente poder resolverla por sí.

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Por eso, deben las políticas a seguir en un país, sobre todo en período de crisis que imponen o van a imponer grandes y generalizados sacrificios, ser objeto de amplia información, y muy debatidas y luego sufragadas.

Esto sobre todo en momentos de crisis, que no debe ser de miedo, pero de desafíos asumidos conscientemente por la colectividad y de apertura a nuevos ideales y lecturas democráticas.

La economía política lo es independientemente de análisis científicas; economía política no sólo porque políticamente designada, pero también porque, en la medida en que pase por medidas del poder político-legislativo o administrativo, tiene de ser democráticamente elaborada y controlada.

Hoy, constatamos que el cierne de la política, que  en crisis son las políticas económicas, no dependen de selecciones ampliamente debatidas y aceptadas o sea sufragadas.

Hay falta de pluralismo en ese debate político-económico, incluso entre las elites académicas, con hegemonización de las tesis que se han afirmado en otros contextos y que son responsables por el estado de crisis vivida y con soluciones impuestas en ambiente de opciones no democráticas.

Vivimos, hoy, uno de estos momentos en que pagamos el precio de erradas políticas, europeas y nacionales, promovidas en las últimas décadas, para que el autor llamó la atención cuando diputado europeo, al estar en contra de muchas pretensiones del gobierno de Thatcher: procesos de financierización de la economía (con dependencia de las empresas, remuneraciones con disparidades impresionantes, favorecimiento fiscal de las grandes fortunas, acumulación de los dividendos, excesos de bonos y índices de remuneraciones de los gestores) en sociedad de economía de mercado, centrada en el capitalismo financiero y disfuncionalizadora de la integración europea; exigiéndose una federación europea plenamente democrática y solidaria, no sólo monetaria y mucho menos tecnocráticamente monetaria, pero de economía y políticas públicas con transformación actual del modelo económico de la UE con menos soluciones neoliberales, menos desregulaciones, con confianza ciega en la lógica de la liberalización absoluta de los mercados y incluso de los mercados financieros, intra-UE y globalmente, y más solidaridad europea[12].

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En los “antecedentes” de las crisis, tenemos pérdidas de recursos, v.g., con préstamos para casas en vez de utilizaciones más productivas y cuando llega la crisis, con el reventar de la burbuja, la cuestión fundamental es saber que opciones tomar para utilizar de ahí para adelante los recursos de que se pueda disponer, bajo pena de, si no se utilizar los recursos eficacemente y plenamente o estos sean malo utilizados, este momento decisivo se pierde y con eso la crisis se amplia, en la falta de la práctica de políticas adecuadas, por no se usar estos recursos debidamente, con el fracaso del mercado, sujeto al aumento vertiginoso del desempleo y de las nuevas pérdidas derivadas de la anterior burbuja.

 

Primero, ha sido en 2000, la ruptura de la burbuja tecnológica en EUA[13], que había permitido fuerte desarrollo en el final de la década de noventa, con los valores de las acciones de las empresas tecnológicas a descender de 78% entre marzo de 2000 y octubre de 2002.

EUA ha entrado en recesión en marzo de 2001, aprovechando para bajar los impuestos de los ricos, inundando el mercado de liquidez, sin objetivos de estímulo al desarrollo, con eso pasándose de la burbuja tecnológica para la inmobiliaria y consumista, y transfiriéndose para la política monetaria el encargo de devolver a la economía el pleno empleo. Después en 2003 viene la invasión de Iraquí y un nuevo choque petrolífero (de $32 el barril en marzo de 2003 se pasa en 2008 para $137), pasándose a gastar el dinero en la compra de petróleo y no en el país.

Con una economía desajustada e insustentable (partes substanciales del PIB basadas en el mercado inmobiliario; dos tercios en el caso de EUA), ante el reventar de la burbuja inmobiliaria, propiciada por los bajos intereses y falta de regulación, los precios de las propiedades han descendido, con hipotecas sobrevalorizadas, con los dirigentes y titulares de los mercados financieros con lucros fabulosos, a la base en gran parte de la libre creación de productos complejos apoyados en toda una gama de complicadas hipotecas, creadas por la proclamada “eficacia” de este vigente mercado sin regulación, tan caro a los políticos conservadores y después generalizado a las gobernaciones europeas y a teóricos como Friedman, Hayek o Shumpeter, y al presidente de la Reserva Federal de EUA, Greenspan, con elevados costes operativos y tipos de intereses variable, sin protección contra el riesgo de la disminución del valor de las casas (ya de si inflaccionado), con los bancos desconociendo sus situaciones recíprocas y no dando crédito unos a los otros, desmoronando el mercado global de credito, disminuyendo el valor de las casa y acciones, la capacidad de prestar, con el colapso de la industria transformadora

En Abril de 2009 estábamos ya en la recesión más prolongada desde la gran Depresión. En efecto, en 2009, ya la UE y EUA enfrentaban una crisis con una dimensión sin precedentes. y si EUA por lo menos reconocían que no podían restablecer la salud del sistema bancario sin hacer algo por la economía real, ya Europa, empezando por también mostrar querer adherir a soluciones keynesianas, luego ha entrado en dar prioridad destructiva de esta abordaje a la defensa de los intereses del sistema bancario de los países con excesos de liquidez, prestadores de las economías más frágiles, irrespetando además las reglas institucionales en que la UE se funda, con líderes estatales conservadores de los países Euro, detentadores del sistema bancario prestador, a substituirse a los órganos constitucionales de la Unión, huyendo irregularmente al debate paneuropeo, que sistemáticamente condicionaran y torpedearan, más preocupados en recibir de los deudores que en desarrollarlos deudores para elles pudieren pagar más tarde.

 

Esta crisis, que ha empezado en EUA, tuvo que ver próximamente con la burbuja inmobiliaria, y sólo se ha agravado porque no ha sido bien resuelta, siendo cierto que experiencias de crisis anteriores en varios países, incluso basadas en el problema inmobiliario, ya antes tenían dado información y conocimientos teóricos y empíricos sobre el modo de la debelar, con medidas articuladas y en dimensiones suficientes para pudieren estimular la economía a corto plazo y fortalecerla a largo plazo.

Como dice STIGLITZ[14] , tenemos de partir de este raciocinio linear: “las crisis no destruyen los activos de una economía”, pues lo que ocurre es que, con las crisis, las personas pierden la confianza en el presente y la idea de seguridad futura, lo que enflaquece el sistema institucional de los países a la medida que el sistema bancario y empresarial revelan dificultades y la economía de mercado se debilita. En efecto, incluso si hay bancos que van a quebrar y hay empresas y economías familiares que se van arruinar, de hecho, la verdad es que los activos reales (edificios, capital humano-trabajadores y gestores, capital físico y natural-instalaciones fabriles, recursos del suelo y otros transformables, continúan a coexistir prácticamente los mismos.

 

***

La teoría económica moderna (ultra-liberal), con su fe en el libre mercado y en la globalización, había prometido prosperidad para todos. Se suponía que la tan proclamada Nueva Economía – a las sorprendentes innovaciones que han marcado a las últimas décadas del siglo XX, incluyendo la desregulación y la engeñaría financiera – iba hacer posible una mejor gestión de los riscos y que traería consigo o final de los ciclos económicos.

Si la combinación de la Nueva Economía y de la teoría económica moderna no había eliminado a las fluctuaciones económicas, por lo menos estaba a moderarlas. O nos decían eso. Pero, “la (actual) Gran Recesión– a todos los títulos la peor crisis económica después de la Gran Depresión de hace setenta años-  ha deshecho esas ilusiones.(…)”.

Durante este último cuarto de siglo han prevalecido determinadas doctrinas sobre el mercado libre, conocidas bajo la designación de neoliberalismo, que nos ha afirmado continuamente que:

a)- Los mercados libres y sin entrabes son eficientes;

b)- Si se cometen errores en el mercado libre, ellos los corrigen rápidamente;

c)- El mejor Estado es lo que no hace nada en el mercado: un Estado mínimo;

d)- La regulación pública la única cosa que hace es crear obstáculos a la innovación.

e)- Los bancos centrales deberían ser independientes y concentrarse únicamente en mantener baja la inflación.

 

Hoy, después de esta enorme crisis, incluso el gran defensor de esta ideología anti-estatal cuando Presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, ya ha venido admitir que ha sido un fracaso este su raciocinio.

No hay duda que los mercados son la base de cualquier economía próspera, pero la cuestión es que elles no funcionan bien por sí sólo.

Contrariamente a un dogma mayor del reinante neoliberalismo económico, aunque incorrecto, en la versión marginalista de F.A. HAYEK (Droit, Legislation et Liberté, 1984), según la cual el mercado, no siendo justo, es espontáneo, siendo predecible que los individuos se acomoden mejor a sus defectos, la verdad es que, en la política, incluso en democracia liberal, ninguna espontaneidad en su funcionamiento normal garante el rompimiento de sus deficiencias y desvíos. Incluso sin la actual crisis endémica a que ha dado causa, para lo condenar bastaría la crecente desigualdad, corrosiva y prometedora de amarguras en el futuro, a que este modelo nos ha llevado como legado de la creación de riqueza no regulada[15] y por eso sólo para algunos, a expensas del empobrecimiento de otros, ante su desconformidad con la economía real.

Y su perversión es tal que se es verdad que, en los períodos de crecimiento económico privilegia exponencialmente una minoría, enriqueciéndola a expensas de los factores trabajo, disminución de ingresos estatales y sobrecarga de los servicios públicos, en los períodos de crisis no deja de exigir sacrificios generales al Estado y a los ciudadanos, acentuando las desventajas (o sea, aumentando aún más la desigualdad, incluso brutalmente si necesario, para salvar esto sistema capitalista salvaje, desregulado, y sus beneficiarios) sacrificando a las mayorías que, en el período de crecimiento de él no beneficiaran o beneficiaran desproporcionalmente mucho menos.

No puede negarse que, sin regulación del Estado, el crecimiento económico en general también podría beneficiar a todos los ciudadanos, pero eso es en un mundo irreal, todo de hombres sin ganancias, y además nunca puede ocultar la realidad de favorecer desproporcionalmente una pequeña minoría a la partida bien situada para poder explorar libremente eso crecimiento a su favor en general, sean Estados, en una Unión o fuera de ella, sean empresas.

Acostumbra apuntarse los casos de la China y de india. Pero, tal vale en general, pues una cosa es incontroversa: esto se aplica incluso a las personas dentro del mismo país, por más desarrollada que sea una economía.

¿Por qué será que el “índice de gini”[16] es hoy casi idéntico en EUA o en China? Como llegamos a este mundo amoral, asocial, fruto de la irracionalidad económica con que han sido formadas las novas elites ilustradas, (en las últimas décadas, en las universidades y sus escuelas de gestión y economía), en el modelo económico anglo-saxónico, basado de nuevo en la divinización del mercado libre (disfuncional), de la “libre empresa” y “eficiencia económica”, queriendo un Estado meramente garantizador del sector privado y sus lucros[17], con orientación para la divinización de los servicios financieros y su falsa eficiencia, con perjuicio de la base industrial y agrícola de los países, “crecimiento” y riqueza individual incluso contra el progreso social general (todo, lejos de la memoria de esos errores y de las catástrofes del liberalismo no controlado del pasado).

O sea, divinizando el lucro de los bancos e instituciones financieras[18] y olvidando la importancia de las reformas sociales que han dictado el progreso, la confianza y la prosperidad de la humanidad en el siglo XX.

Es errado pensar que los mercados financieros favorecen el crecimiento de la economía. Hay que aumentar fuertemente los impuestos sobre los salarios muy elevados, pudiendo llegar al doble del actual nivel máximo (política fiscal perequadora), reducir la dependencia empresarial de los mercados financieros, con políticas públicas de crédito para las actividades prioritarias

Ninguna mano invisible (ADAM SMITH) regula las cosas, reconduciéndolas a una armonía general. Este dogma smithiano ha vuelto por la mano de los neoliberales de ascendencia austríaca y otros, de la Escuela de Chicago, desde FRIEDRICH ALOIS HAYEK, SHUMPETER, MILTON FRIEDMAN[19], etc., que después de la crisis de 1973, han pasado a tener audiencia, destronando KEYNES y sus continuadores (tanto los comprometidos en parte en la fíntese con cierta teorización neoclásica, como SAMUELSON, como los neokeynesianos, como JOHN KENNETH GALBRAIT[20]), pero esa mano es falsa.

En este sentido, me perfilo en la línea del JOHN MAYNARD KEYNES, cuya influencia domina el estudio de la teoría económica moderna. Es necesario que en el mercado el gobierno desempeñe un papel y que él no sea sólo rescatar la economía cuando los mercados fracasan, igual que echando algunos culpados en el cárcel, y regulándolos para evitar el tipo de fracasos que acabamos de experimentar.

Las economías necesitan de un equilibrio entre el papel de los mercados y el papel del Estado, con importantes contribuciones de las instituciones privadas y no gubernamentales.

En los últimos tempos, los EUA han perdido ese equilibrio y han impuesto su perspectiva desequilibrada en países de todo el mundo[21].

***

La crisis financiera ha empezado en EUA, y se ha propagado a la Europa, traduciéndose, hoy, en una situación tornada visible a partir de 2007/2008, con la crisis dicha del subprime, en un déficit público en UE de 7% y en EUA de 11% de los PIB respectivos.

Ella convive con la dictadura de los mercados, del mercado financiero y de las agencias de notación financiera, que ya demostraran sobejamente su ineficacia económica y fuerte potencial destructivo; la retracción económica, las consecuencias visionables ante el déficit americano y así una progresiva crisis del mundo globalizado, con la atribución de un papel curativo central a las luchas contra los déficits públicos, con las haciendas de los Estados de la UE a quedaren en las manos del financiamiento internacional y de la especulación que lo acompaña.

Los EUA han empezado luego a restaurar la regulación financiera y el relance monetario y presupuestario. La UE no.

En los últimos tres años, 2007-2010, el aumento presupuestario americano ha sido de 4,2% del PIB, en cuanto en la zona euro se ha limitado a 1,6%; y, con EU a imponer a los Estados (como si el mundo y Europa viviesen una situación normal) la reposición del nivel de déficits públicos inferior a 3% hasta 2013 o 2014, políticas salariales restrictivas y medidas de regresión del Estado Social (salud, reformas, reducciones subsidios sociales, deducciones de exenciones fiscales en estos dominios, etc.).

 

En este ambiente, ligado a la teorización de la eficiencia de los mercados financieros, constatamos que las opciones de las medidas de política económica europea no sofrieran una revisión ante la tesis errada de la eficiencia de los mercados financieros.

Los mercados financieros no son ni eficientes ni sus jueces son imparciales, porque hoy son parte interesada, en el abordaje de la evaluación meramente financiera pública del grado de solvencia de los Estados y empresas.

Esta evaluación depende de valoraciones y de deseos de rentabilidades y ganancias bolsistas (sus accionistas también son inversores bolsistas: aprovechando eso lugar privilegiado para bajar y comprar y para subir y vender, y todo, si posible, en un corto espacio de tiempo, invocando en unas semanas, argumentos políticos varios y a veces igual contradictorios con los de otras, desde que sobre todo no se apliquen a EUA, porque su gobierno puede enfadarse) y no sólo no puede ser tarea objetiva como además a evaluación financiera nunca es neutra, comprometiendo con toda su subjetividad y relatividad el futuro de la economía.

La regulación internacional de las agencias de notación financiera en relación con los Estados y sin cálculos económicos transparentes y racionales, en cuanto a las empresas y capacidad de pago de las deudas públicas.

Deben ser reglamentadas internacionalmente y no sólo dependientes de la Ley del Estado donde están, en términos de no poder ter actuaciones que influencien arbitrariamente a las tasas de interés de los mercados de la deuda, bajando notaciones.

En cuanto a las agencias de notación, parecidas con la Gran Depresión, en 1930, con carácter casi de agencias de detectives privados, para asuntos de inversiones, pagas por los eventuales inversores para evaluaren su riesgo al comprar. Han disminuido de influencia no pos-segunda guerra y vuelto de nuevo a partir de la década de noventa, dado que empezaran de nuevo incumplimientos sobre todo con las crisis de esta década.

Su gran interés empieza a crecer con la idea no de transmitir los datos descubiertos, como los detectives, pero un símbolo (letras diferentes) de acuerdo con la confianza que cierta empresa propiciaba, o sea, con el hecho de que el interesado inversor no tenía que analizar destapar y analizar punto por punto el expediente con las informaciones recogidas, sólo tenía que ver la clasificación dada por la agencia en que confiaba y a quien pagaba su trabajo. Como las agencias han querido aumentar su margen de negocio, evitando que el contratante pudiera dar a conocer el resultado que pagar, imaginaran que ampliarían esos negocios si en vez de ser pagas por quien quiere saber, lo hacían para quien quiere bien evaluado su producto financiero para poder venderlo bien.

Aquí, todo está facilitado, emitente de la deuda y que paga es quien voluntariamente va a entregar los elementos para evaluación. Ocurre que esto, si quiere garantizar el éxito máximo de la evaluación, tiene dos soluciones: por un lado, no faculta todos los elementos, olvida los menos buenos; por otro, antes de producir esa emisión, consulta la agencia (y por eso le paga autónomamente), que va evaluar sus títulos, obligaciones (modelización) y hará como aconsejado,  garantizando su buena clasificación. Esto es el interesado para para tener la clasificación que quiere.

Las reglamentaciones del gobierno americano y los requisitos de capital del Basilea II encuadran esta actividad semioficial de EUA.

Los ciudadanos tienen que presionar los Estados para que la UE deba libertar los Estados de las amenazas de los mercados financieros y da las evaluaciones por agencias norte-americana, garantizando la compra de deuda pública por el BCE. Tiene que ocurrir el fimo del favorecimiento atribuido a remuneraciones y lucros escandalosos de los mercados financieros que no favorecen el crecimiento de la economía.

Hoy, tenemos empresas como institución de enriquecimiento de los accionistas, con lucros irrazonables y no en la medida del aumento del crecimiento económico y aumento diferente de la riqueza, cuestionamientos de salarios adquiridos y base importante de toda la retoma por el lado fundamental y prioritario de la demanda.

La ideología del capitalismo financiero ni ha conseguido tal, ni se substituye al financiamiento bancario. La reducción de los salarios, a favor del crecimiento de los lucros, lleva a la pérdida del poder de compra, no aumenta antes disminuye la demanda, disminuye los ahorros y depósitos bancarios, disminuye las inversiones, disminuye el consumo, disminuye el crecimiento económico, aumenta el paro endémico, y así se entra en círculo vicioso.

La existencia de contra-poderes en las empresas, con un administrador electo por los trabajadores.

Debe acabarse con salarios muy elevados, sí, pero de los gestores que no contribuyen en crisis para la necesaria demanda, y promover las políticas públicas de crédito con tasas preferenciales para actividades prioritarias en el plano social, ambiental, educacional, exportaciones, substitución de importaciones, productos de alto valor acrecentado, etc.

No se contesta que ahora urge garantizar la estabilidad de los mercados financieros.

Pero, no puede ser con el aumento de la deuda pública de un Estado ya sobrecargado con déficits presupuestarios fuertes, ni en términos que impliquen un aumento de impuestos, o sea a expensas de los contribuyentes, hecha para asegurar esa estabilidad.

En este campo, es importante hacer una reforma del BCE, evitando que los Estados tengan que recurrir a los especuladores.

Es preciso restaurar los mercados bancarios para dinamizar las empresas. Pero, con perjuicio de la influencia excesiva del sector financiero en la economía y en las empresas.

En la gran depresión de la década de 30, en vez de la interdicción de financiamiento por los bancos centrales y política de liberalización de capitales, por lo contrario se liberaliza monetariamente y se interdicta la libertad de movimientos de capitales.

En la actual legislación de la UE, el BCE no puede subscribir obligaciones públicas de los Estados, sujetando-los, con necesidad de capitales, a la especulación aunque tenga acabado por comprar a la tasa de interés del mercado.

El BCE, tal como la Reserva Federal norte-americana, tiene de poder financiar directamente los Estados o imponer a los bancos comerciales la subscrición de obligaciones públicas emitidas, a un interés muy reducido, para evitar el fenómeno especulativo de los mercados financieros.

Urge rever la tasa de cambio del euro. Y, actualmente, la situación se pone en términos de ser obligatorio, para poder pagar, encarar la renegociación de la tasa de interés de la deuda (la deuda secundaria) y reestructurar temporal y en su porcentaje, con flexibilización en función del crecimiento del PIB.

Se viene erradamente defendiendo la reducción de los gastos públicos, privatizaciones generalizadas e inmediatas a cualquier precio, incluso de servicios públicos sociales (antes despreciados y hoy ya tan apetecidos por los privados), se afirma la creencia en la solución de los problemas por la mera flexibilidad en el mercado de trabajo en cuanto se disminuye simultáneamente la fiscalidad de las empresas y de los lucros, con aumento generalizado de la competencia y liberalización del comercio, servicios financieros y mercado de capitales, dando a las instituciones financieras medios de estrangular las políticas públicas y el crecimiento económico.

Los mercados financieros, desde finales de la década de setenta han evaluado, según la teoría dominante de la eficiencia de los mercados financieros, afirmada en ruptura con las políticas de décadas anteriores, para el dominio del funcionamiento de la economía, pero la cuestión está en que elles realmente no son eficientes.

Esta nueva forma de capitalismo dicho neoliberal, basado en una justificación teórica según la cual los mercados financieros operarían con eficiencia informacional, lo que exigiría su plena libertad, con desregulación y un mercado mundialmente integrado y sujeto aún a un poder político unificado y respetado. ¿Dónde está?

Esto no es el mejor mecanismo de afectación de los capitales. No se puede construir una teoría de los mercados financieros descalcada en la teoría de los mercados de bienes corrientes, porque en elles no funciona por sí la “ley” de la oferta y de la demanda. En los mercados financieros no hay fuerzas de retracción, como muy bien explica STIGLITZ.

 

Esta filosofía económica neoliberal, cuyos aplicadores y mentores políticos han sido REAGAN y THATCHER, ha jugado fuertemente el destino de la Unión Europea (pese a la oposición y conciencia de sus peligros por parte del entonces Presidente de la Comisión Europea, JACQUES DELORS), pues, como diputado europeo y así observador privilegiado, no hay duda que, aunque este tenga evitado a las posiciones más radicales defendidas por lo gobierno inglés, en la práctica ha vigorado mucho de esta filosofía, que ha presidido al Acto Único Europeo de 1986, al desarrollo de las normas del Mercado Común de 1992 y a los Tratados de la Unión Europea, desde el Tratado de Maastricht.

La concepción de MARGARET THATCHER acerca del AUE, en la línea de las posiciones defendidas por la Unión de las Confederaciones de la Industria y de los Empleadores de Europa (modificación del sentido del concepto de diálogo social – hacer depender todo el proyecto de normación de acuerdo previo de las dos partes, lo que lo esteriliza al transformarlo en mero cambio de informaciones; o sea, hacer aceptar sus opciones , crítica del uso del concepto de dumping social[22]; recusación de la armonización de las condiciones de trabajo y de las relaciones industriales, recusa de cualquier aumento de reglamentación comunitaria[23], imposición del principio de la subsidiariedad, desconfianza con relación a la política),  “enformada” por la defensa de la flexibilidad de mano-de-obra y excluyendo para la Comunidad toda la dimensión de cohesión territorial y social[24], lo que está bien elucidario en el discurso, a que asistimos personalmente, pronunciado en la sesión de apertura del 39.º año académico del Colegio de la Europa, en Brujes, a 20 de septiembre de 1988:

 

“El objetivo de una Europa abierta a las empresas es la fuerza motriz básica de la creación de un mercado único europeo de aquí a 1992. Nos compite nos desembarazar de las barreras y darnos a las empresas la posibilidad de funcionaren a la escala europea, para que podamos mejor competir con EUA, Japón y las otras nuevas potencias económicas que nacen en Asia y en otros lados. Esto significa actuar para libertar los mercados, alargar a las varias opciones y producir una mayor convergencia económica gracias a una intervención gubernamental reducida. El nuestro objetivo debe ser desregular, eliminar los constreñimientos comerciales y abrir”.

 

Estas crisis, la peor de las cuales estamos a vivir en Europa y podrá se está extendiendo a todo el mundo dado que los ingresos han sido menores, es fruto de la desregulación de los mercados financieros, lo que no se resuelve con condenaciones (incluso si las hubiera) y futuras apelaciones éticas a sus agentes, pero con revisión del sistema, local del malo endémico, y, no que no puede volver a depender de sus ganancias, falsificaciones y ocultaciones de verdades técnicas, antes deben poder ser evitadas, con control político a través de normas jurídicas estrictas, supervisión pública preventiva y eventualmente sanciones rápidas y ejemplares.

Por tanto, nada garantiza ni que los mercados por sí sean eficientes, ni que aseguren la afectación eficaz del capital.

La competencia financiera puede crear inestabilidad a la economía, con evolución excesiva e irracional de los precios, dumping aceptados o encubiertos, creando a las burbujas financieras (fedbacks negativos de la competencia).

Estas burbujas financieras se alimentan a sí mismas, son especulativas, y fuente permanente de inestabilidad financiera y económica, repitiéndose con grandes fluctuaciones de tasas de cambios y de bolsa, sin cualquier ligación a la economía real, pero nacidas en el sector financiero, se propagan fácilmente a toda la economía real (v.g., casos del Japón, sudeste asiático, mercados emergentes, sector inmobiliario y innovaciones de titulaciones[25]).

Los problemas criados por este modelo han conducido a estructuras liberales y políticas de austeridad para ciertos países, que llevan por su vez a reducciones de salarios, del poder de compra, disminución de la demanda, disminución de las inversiones y del consumo, con consecuente flaco o nulo crecimiento, aumento de las diferencias sociales y de desempleo y tasas de interés muy especulativas.

 

Importa debatir democráticamente el tipo y encuadramientos de políticas económicas orientadas por la UE, sin sumisión a los intereses del Norte europeo, sin desmantelamiento del Estado Social, sin soluciones recesivas buscando trazar nuevos caminos y equilibrios, para refundar una UE de todos los Estados, “compartiendo” los recursos presupuestarios y fiscalidad europea fuertemente distributiva, lo que exige gran cooperación política.

La política neoliberal de la UE y su total apertura a la globalización no va permitir defender el modelo social europeo. Para mantener el sistema monetario europeo, la UE tiene de ser “una muralla defensiva” ante la globalización liberal, contra la inexistencia de la organización de la economía y una desregulada globalización. Tiene que armonizarse el peso de las fiscalidades sobre personas, empresas y capitales, en una perspectiva redistributiva.

La organización de la política macroeconómica y del BCE son tratadas tecnocráticamente alejadas del control democrático, privando a los gobiernos, no sólo de autonomía, como de total participación en la política monetaria y su conformación concreta, como aún, aunque sin real presupuesto para apoyo de la Unión  a sus Estados, acaba por dominar su política presupuestaria.

Las instancias de la UE elaboran reformas estructurales (GOPE, método abierto, etc.), que no son elaboradas democráticamente.

Se recuerde que la tecnocracia ya falló la liberalización de los servicios (Directiva Bolkestein).Y a él cabe efectuar la renegociación de los acuerdos multilaterales (OMC) y bilaterales de libre circulación de capitales y bienes entre UE y el resto del mundo. Debería ser efectuado el control y estudiadas las reglas de previsión de limitaciones a la globalización.

¿Por qué una Europa de la Competencia ciega, incluso en momentos de crisis grave de la balanza de pagos o de crisis superable en un dado sector, en vez de una Europa más centrada en una política de mera “armonización”, pero  sin prosperidad general? ¿Por qué un espacio pautado por objetivos comunes, sociales y incluso macroeconómicos (GOPE, cuales orientaciones europeas de política social)?

La UE está desunida, atingiendo niveles impresionantes de disfuncionalidad y falta de solidaridad federal.

¿Cómo es posible que no la venga a colocar en causa, con fuerte hegemonía alemana y un anti-“constitucional” directorio germano-francés, que todo decide a su favor y según sus intereses?

La crisis griega ni ha servido para aprender nada ni llevar a avanzar para la preparación de un gobierno económico unionista europeo, ni para soluciones europeas de gestión financiera de una verdadera solidaridad inter-estatal unionista.

Se mantienen los grandes déficits de la organización de la zona euro, desde luego la imposibilidad de garantizar a los Estados su financiamiento por los bancos centrales o por el BCE, sin posibilidad de emisión de títulos europeos, cuando necesario.

Se mantienen, entera y a cualquier precio, la filosofía de la Europa de las Cuatro Libertades de Circulación, de las Finanzas y de la Competencia, de la divinización de las excelencias absolutas del mercado común, aplicado en general y siempre ciegamente a favor de las economías originariamente más fuertes, sin nada se hacer en términos de esfuerzos serios para una mayor perecuación en la riqueza de las naciones, con continua expropiación por los países del Norte de la riqueza de los países del Sul, por la vía comercial y financiera.

Estos son detentores de deudas públicas significativas. Pero, la deuda pública ni debería sacrificar los ciudadanos actuales ni tendría de transferir para las generaciones futuras o para a las clases menos favorecidas, el coste de los excesos nacionales (que, además, en el Sur, han funcionado como medio de reequilibrar la expropiación de riqueza por los países más desarrollados del norte, por la vía de la apertura de fronteras comerciales y no sólo, que los fondos comunitarios son claramente insuficientes para un espacio en integración). Los Estados Europeos tienen privilegiado las camadas sociales más favorecidas, imitando a las opciones políticas en EUA desde 1980, con políticas de subsidiarían y fiscales, sistemáticas, de reducción de la carga fiscal en el supuesto de que tal estimularía el crecimiento de la economía y así el aumento de las receptas fiscales, teniendo caído en estas políticas fiscales anti-redistributivas que agravaran las diferencias sociales y los déficits públicos, cuya resolución ahora se procura por la vía de lo cuestionamiento de los derechos y regalías sociales de los funcionarios públicos, de los reformados y de los sistemas públicos de salud.

Con UE, rendida al sistema financiero y a los tecnócratas europeos, imponiendo controles draconianos (en los montantes y en los tiempos) de la deuda pública, austeridad recesiva y reformas estructurales liberalizadoras en parte perjudiciales para los intereses de los Estados y clases menos favorecidas.

No se avanza para un planeamiento periódico de orientaciones estratégicas perecuativas del espacio europeo y políticas expansionistas nacionales de los Estados del Norte y Centro Europeo, con gran espacio de maniobra presupuestaria (dado poseyeren balanzas excedentes y, erradamente, promovido restricciones salariales y restricciones de la demanda interna), ahora, con el aumento de los salarios y prestaciones sociales, gastos de inversiones públicas que pueda compensar las políticas restrictivas impuestas al Sur, sujeto a la radicalización de la aplicación de las políticas neoliberales, incapacitadoras de efectuación de aumentos de gastos, además ni siquiera capaces de aprovecharen los fondos comunitarios que exigen coparticipaciones difíciles de efectuar, dada la escasez de fondos nacionales, y, por eso, en el actual contexto, se pierden, ni posibilidad de políticas expansionistas keynesianas (con dinero propio), incluso si seleccionadas para sectores con efecto multiplicador del crecimiento, o porque el dinero ha encarecido especulativamente o porque el FMI-UE (CE-BCE) lo ha prohibido.

¿No es verdad que, a largo plazo, las inversiones y los gastos públicos reproductivos serían la única manera de estimular la economía?

No sería preciso reducir los gastos para disminuir la deuda pública, si la política económica intentase esencialmente el crecimiento de la economía, con lo que se pagaría la deuda.

La cuestión de la deuda pública resulta no sólo de los déficits primarios como de la diferencia entre la tasa de interés y la tasa de crecimiento nominal de la economía, sólo aumentando porcentualmente cuando el crecimiento de la economía es menor que la tasa de interés: los aumentos de los intereses y el déficit total (incluyendo intereses de la deuda) son un fenómeno constatable luego en la década de 80 con la política neoliberal de Thatcher y Reagan y sus políticas de tasas de interés elevadas.

Ciertas análisis sobre el fracaso del neoliberalismo sólo podrán ser mejor efectuadas después de saber cual el origen de la deuda pública y cuales los propietarios de los títulos que la traducen y sus montantes. Su subida espectacular no es resultado a penas de un exceso de gastos y podría no existir a pesar de estos.

En el inicio de la década de 90, se constaban gastos estables, pero los ingresos aumentaban porque aumentaba el crecimiento económico. Y después en el decurso de esta década, vemos disminuir la deuda pública, los ingresos fiscales y el crecimiento de la economía.

En el cómputo de los últimos 30 años, vemos aumentar la deuda y los “recios” de la deuda pública, en la UE.

El empolamiento de la deuda se debe a la crisis del sector financiero y bancario, iniciándose en 2007-2008.

El déficit público en la zona euro era, en 2007, a penas de 0.6% del PIB y ya era, en 2010, de 7%, en cuanto la deuda pública en esos años era respectivamente de 6,6% y de 8,4% del PIB.

El aumento del déficit público no tiene que ver necesariamente con el aumento de la deuda pública, tal como el aumento de la deuda pública no tiene que ver necesariamente con el aumento del déficit público. Si la disminución del déficit traducir disminución en el desarrollo económico, la deuda aumenta más.

Es verdad que países países aislados, como  Canadá, Suecia o Israel, que ha cortado inmenso en los gastos, en las cuentas públicas, puede de inmediato ter gran crecimiento económico, pero tal no es de esperar en países de la UE, globalmente abierta, en que un ajustamiento estructural europeo, con fuerte reducción de gastos públicos, sólo podría llevar a esta recesión agravada y al aumento de la deuda pública de ciertos Estados.

Lo que vemos son reducciones en las políticas sociales en vez de los Estados europeos reforzaren todo lo que está ligado a la protección social, al Estado Social de Derecho, con el aumento del esfuerzo presupuestario en la educación, en la investigación e innovación, en las inversiones de reconversión económica de sectores-clave para una disminución fuerte del desempleo, etc.

 Pero, este coloso económico mundial ni ha actuado ni ha reactivado, se ha cerrado en el miedo, con los Estados aún saludables a castigar los que tenían deudas públicas, adquiridas para dar a ganar lucros fabulosos a sus bancos y seguradoras, o sea en la defensiva políticamente auto-destructiva y ofensiva a pensar sólo en rehacer rápidamente el dinero para sus bancos.

Es un sistema no igualitario y sin niveles fuertemente progresivos, lo que funciona a favor de loso Estados y de las clases más favorecidas. O sea, se impone el aumento de las tasas sobre los extractos sociales con grandes rendimientos: los altos cargos, cuadros públicos como son los gestores en nombre del Estado, y también los privados, sean rendimientos de los accionistas o remuneraciones de los administradores.

Y no sólo faltan políticas fiscales directas sobre el rendimiento fuertemente redistributivas, como se cuestionan beneficios o deducciones fiscales para las clases menos favorecidas.

Falta a armonización fiscal en UE y, por tanto, los Estados entran en competencia fiscal que no es benéfica en este estado d la integración.

Faltan Grandes Opciones Europeas de Planeamiento Económico-Social que prevean políticas europeas de financiamiento por el BCE (emisión monetaria) o por subscrición pública, tasas de interés bajo garantizadas, y crearse un verdadero Presupuesto de la UE para favorecer la convergencia más equitativa de las economías.

Hasta eso acontecer, sin apoyos financieros traducidos en la transferencia de un mínimo de 4% al año de la riqueza de los países más ricos del Norte para los otros, la Europa será un proyecto fracasado.

La mera existencia de una moneda única europea no puede proteger los Estados contra las crisis y la especulación sin la conclusión del proceso político de federación europea, sin la creación de un Estado Federal de Estados, soberanos pero constitucionalmente federados, con todos los poderes, legislativos (con una cámara de representación de los ciudadanos, proporcional a los electores de cada Estado, porque todos son ciudadanos europeos), y una cámara de representación de los Estados o de los gobiernos de los Estados, con el mismo número de votos por cada Estado, grande o pequeño, porque todos son soberanos), poderes gobernativos en sentido estricto (ejecutivos y administrativos en general, incluyendo el poder monetario) y los poderes jurisdiccionales, todos democráticamente legitimados y controlados, con un real presupuesto supra-nacional, propio, adecuado en dimensión financiera para apoyar las opciones europeas, viabilizando políticas macro-económicas unionistas, propiciando políticas fiscales europeas, políticas sociales y política de defensa común, ante la globalización inclusive con ciertas limitaciones a la libre competencia y liberalización global de los capitales.

***

 

El Estado del liberalismo económico del siglo XIX, regresado con la ascensión del reaganianismo y thatcherianismo y de los teóricos constructores de la aplicación de las políticas económicas neoliberales de estos últimos treinta años, llamadas del “Consenso de Washington”, ha venido para negar el keynesianismo, o sea, en el fondo, sobre todo, el papel fundamental e inalienable del Estado en la sociedad actual y el pasado de la construcción de un auténtico Estado Democrático Social de Derecho.

La nueva Gran Crisis, después de miles estos últimos treinta años en varias partes del mundo, aquí está y el Estado Social a poco y poco a lo largo de estas décadas de neoclasicismo económico se viene deteriorando ante la pérdida de ingresos sociales ante la queda de una razonable proporción entre trabajadores activos y reformados no compensada ante la simultanea disminución de ingresos fiscales, por las lentitud del crecimiento económico correspondiente en los países con Estado Social, ante la globalización salvaje y los privilegios fiscales atribuidos a los más ricos, según las ideas de la economía neoliberal ahora dominante en la actuación política.

Todo, en nombre del dogma del progreso motivado por el interés individual, o sea, de la hipótesis, ahora con más esta crisis, además una Gran Recesión, comprobadamente falso, porque fracasado, de la eficiencia del mercado libre, entregue a las únicas orientaciones sabias que son las de la lógica del capitalismo financiero salvaje, desregulado, conviviendo con los deseos de la construcción de un Estado mínimo (tan caro a la cultura de desconfianza sobre el distante gobierno federal de los EUA, pero no propiamente a los europeos y mucho menos a los defensores del Estado de Prestaciones Sociales, que había permitido salvar, primero, y canonizar después, a partir de la derrocada del sistema soviético, el sistema de mercado). Esto vendría a contagiar la Europa, baluarte que se va perdiendo de las grandes conquistas económico-sociales.

Este neoliberalismo, que ataca el liberalismo con Estado (tan caro a RAYMOND ARON, como a KEYNES o a la doctrina social de la Iglesia católica), el mercado que se pretende sin legislación social, y sin la supervisión económica, la solidaridad social, la competencia absoluta. Se olvida que si los hombres fueran santos no se necesitaría cárceles. Se olvida que incluso si el mercado es útil y fundamental y si la competencia es buena para todos, puede que la competencia exija alguna regulación excepcionatoria.

Todo esto, nos viene llevando para el abismo, pues, a no ser clara y rápidamente superado, va a poner en causa el propio capitalismo tout court. Con el acentuar progresivo de las desigualdades económicas, primero, y el fin de las clases medias fuertes y el empobrecimiento general de los Estados (y de la gran mayoría de los ciudadanos y, después, incluso de sus actuales grandes beneficiados por, con el tiempo, dejar de haber quien los sustente y mantenga), implicará la mayor crisis sistémica de las democracias, con nuevos y más duros proteccionismos, desorganización de los procesos de integración regionales y de la sociedad mundial, conflictos y resurgimiento de nuevas dictaduras, incluso en los países donde tal parecería definitivamente erradicado.

Las crisis económicas serían evitables, y por eso, sólo porque ocurren, no puede entenderse que son fenómenos normales. Ellas ocurren, porque ha desconfianzas y pánicos que se extienden en el sistema social, al existieren dobles momentos de errores por parte de los agentes económicos y políticos[26], tanto en crear de factores que las propician, como en la inercia en la tomada de medidas adecuados que corten su evolución y los perjuicios, impidiéndolos a tiempo o minorando sus efectos o incluso el colapso, en que pueden traducirse.

Las fases de desvío para encima o para bajo de los llamados ciclos económicos, que los economistas teorizaran[27], resultan de la inestabilidad económica.

Ella, incluso si puede propiciar una fase siguiente de salto adelante, en el progreso económico (fase destructiva-constructiva en el lenguaje de SCHUMPETER), en la medida en que las crisis se traducen en oportunidades de desafíos a vencer con nuevas ideas y soluciones, ni por eso puede olvidarse que es siempre fruto de errores cometidos anteriormente y que serán tanto más evitables en cuanto mayor ha sido la regulación y supervisión estatal, que evite esos errores y propicie mayor confianza en el sistema a los ciudadanos en general.

KEYNES admite, contra los neoliberales, que el sistema económico no es perfecto, y puede generar fluctuaciones y en casos extremos, como en los años de 1930, un auténtico colapso, por errores e inercias correctoras, teniéndonos mostrado como evitarlas y en general como potenciar el desarrollo, en su General Theory of Employement, Interest and Money, de 1936, pero los políticos actuales tienen olvidado sus ensañamientos.

 

Hoy, en causa está, creadas las condiciones internas y externas, no evitadas suficientemente las consecuencias en la UE y en Portugal o España, sujetos a los intereses usurarios y a los ingresos sangrientos de los creedores institucionales y garantes (“avalistas”), lo que importa es luchar por la modificación en el futuro de los pensamientos terapéuticos en la UE y en el país.

Y a camino de la necesaria democratización de las políticas públicas, la transparencia de las actividades de los titulares de los órganos de poder, la devolución de la capacidad de ser libre representante de los electorados con mayor poder de control de la gobernación, la revisión del papel y del excesivo poder político-partidista, la mayor regulación de la economía incluso de los estatutos de las instituciones públicas bancarias a nivel de la UE, con criterios diferentes de cálculos de interés de las Administraciones ligadas al propio crecimiento de las economías débiles y apartamento de los mercados financieros de la solución de las deudas soberanas.

También son importantes las limitaciones, aunque no rígidas, al endeudamiento público nacional, una diferente temporalización amortiguadora que sea más razonable (lo que, presuponiendo honorar la deuda primaria, exige no sólo renegociar el interés, cuando usurario –encima de los normales del mercado -, de los varios préstamos como plazos de pago, nuevos préstamos para el desarrollo económico y compensaciones por los países de balanzas excedentarias por pertenencia a un espacio en que son, y serán durante más tiempo sin poyos, dominadores-exploradores de los otros), el no cuestionamiento de las conquistas de las prestaciones sociales, más inversiones públicas con efecto multiplicador y, en la situación actual, sin aumento incontrolado de la deuda exterior.

Y es importante la promoción de liquidez bancaría por los propios accionistas (que además deben ser obligados a devolver, con interés normal, los montantes con que los contribuyentes entraran para su salvación), regulándose legalmente su actividad de modo terminar con el excesivo apalancamiento y de modo a pudieren conceder sus préstamos selectivos a las empresas, apoyando no la especulatión pero las iniciativas altamente reproductivas. TY el Estado tiene que interdictar a los bancos comerciales el juego bolsista, etc.,etc.

***

Tal como en la década de 20 do siglo XX, después del desarrollo equilibrado y continuamente reductor de desigualdades sociales ocurrido hasta la década de setenta, vivimos hoy una crisis, preocupación y sensación de frustración general, haciendo repetir el ambiente de la apellidada, por los historiadores y escritores, de “generación perdida”.

¿Como ha sido esto posible? Los ganadores de estos últimos treinta años de desregulación, competencia ciega y capitalismo financiero, detentadores de las grandes fortunas a expensas de privilegios, reducción de impuestos para los negocios financieros y permisión de salarios bajos, con el consecuente desequilibrio abisal de rendimientos, lo saben y los más lúcidos ya entendieran que el enriquecimiento de pocos y el empobrecimiento de la generalidad los levará también, a plazo cierto, a la ruina, al abismo.

Pero, los políticos no han percibido que, olvidada la lección de la Gran Depresión, del keynesianismo y del consenso sobre el Estado Social de Mercado, a favor de este régimen dicho de neoliberalismo para quien, erradamente, la desregulación y la imposible, igual en términos de mercado, circulación de la información correcta bastarían a la tomada de decisiones automáticamente acertadas en beneficio individual y de los intereses colectivos (cuales necesidades colectivas serán satisfechas por el Estado cada vez más depauperado, si se desmorona incluso el ya adquirido Estado Social?), sin políticas anti-cíclicas, sin refuerzo permanente de las políticas sociales, sin redistribución de la riqueza, de mini-crisis en mini-crisis de este nuevo tipo de capitalismo (que el consenso de la social-democracia europea y su democracia cristiana, del new deal rooseveltiano, de la Gran Sociedad americana de Lindon Jonhson, aunque sus exageros no sean cubiertos por las ideas de KEYNES y puedan haber dado origen a la reacción con políticas neoliberales) con la diseminación de las ideologías reaganianas y thatcherianas, habríamos de llegar a una nueva Gran Crisis.

Ha empezado en el sistema financiero, se ha acentuado exponencialmente la deuda pública y, con ingresos descontrolados ante esta y otras medidas recesivas, se ha extendido a las prestaciones sociales y a la economía en general.

León XIII, ya en el inicio del siglo XX mostraba en su discurso encíclico preocupación por los mercados económicos no regulados por los extremos y excesos y diferencia en la riqueza y pobreza a que conducían.

Los mercados no generan por sí confianza y estos, tal como la competencia totalmente incontrolada, incluso libre, no viven mucho tempo sin confianza y cooperación e inclusive sin control público y de los ciudadanos, para viabilizar que se acredite en la actuación seria de los banqueros, al poder esperarse que desde luego, por lo menos las instituciones públicas puedan denunciar las “estafas” (falsificaciones y transmisión de informaciones erradas e irregularidades varias), para que no ocurra que, sin controles públicos y de los ciudadanos, la competencia económica permita el triunfo de los que no aplican las reglas y leyes del sector.

***

Falta información para los ciudadanos y contribuyentes, en dominios sensibles, en instituciones de fiscalización de otras o en que se impone la aplicación en concreto de legislaciones de regulación de sectores económicos.

Hay falta la creación del derecho a la información debida en estos campos de que depende el bien-estar y los destinos de los impuestos pagos por los ciudadanos.

En cuanto a los órganos de fiscalización de estas entidades, particulares o públicas, falta, muchas veces, la imparcialidad ante el poder político y económico.

Me refiero, en particular a las entidades de reguladoras de los distintos sectores económicos, que no tanto a laos bancos centrales, que en caso de poseyeren poderes sobre ciertas políticas, las de la moneda, etc., no tienen por qué ser independientes del pueblo y por lo tanto de sus representantes, lo que correspondería en convertirlos en órganos meramente tecnocráticos, o al servicio de este o de aquel interés o filosofía de este o de aquel Estado federado o integrado en la UE.

Pero, en cuanto a las entidades reguladoras de los sectores privados, en substitución de los gobiernos, a existieren, no puede estar en causa su naturaleza totalmente independiente de todos los poderes, con excepción de los tribunales (ante el principio de la legalidad, como entidades de naturaleza pública que son).

Esto presupone siempre que no sea el órgano fiscalizado a designar sus miembros y que, una vez designados, elles ni puedan sujetos a cualquier poder interventivo de los poderes estatales clásicos, ni ser destituidos, durante su mandato legal, sino por los por tribunales: sólo deben poder ser substituidos en el fin del respectivo mandato (desde luego, esto aplicable al Banco de Portugal y Tribunal de Cuentas). Este, en cuanto tribunal, pero incluso también por su vertiente esencialmente fiscalizadora de la Administración.

En este aspecto, importa apartar soluciones y composiciones de base partidaria o nombrar personas conectadas alguna vez con las entidades a fiscalizar. Son entidades públicas que deban ser independientes (EAI/EPI) de la gobernación representativa general y de la Administración Pública, con decisiones de estas entidades sólo pasibles de ser sindicalizables por el Poder Judicial.

 

Basta leer el creador del mito de la mano invisible, ADAM SMITH, o los marginalistas, como VILFREDO PARETO, KEYNES o un lucido keynesiano como HYMAN MINSKY, o hombres da las síntesis más o menos neoclásica-keynesiana como SAMUELSON (que ha metido la macroeconomía en la microeconomía; pena que no haya sido al revés), JOSEPH STIGLITZ o KRUGMAN en la actualidad, un monetarista como MILTON FRIEDMAN, un teorico de la economía comportamental como ROBERT SHILLER, un liberal teórico de la destrucción creativa del capitalismo que ha sido Schumpeter, como otro neoliberal de la esculea austríaca como Hayek o economistas historiadores como ROBERT SKIDELSKY.

En el ámbito de lo económico y de las instituciones financieras, al dominio de la liberalización y globalización económica creciente y desregulación y falta de información en aspectos fundamentales de la oferta de productos financieros nuevos y de alto riesgo, que ha dado grandes intereses al los grandes capitalistas y gestores y, cuando en quiebra, llevado – en el caso portugués, sin retorno- mucho dinero de los contribuyentes, va empobreciendo millones de personas, fruto de ganancias incontroladas del capitalismo, de los gestores y de los dirigentes, en prejuicio de los pequeños y medios empresarios, inversores, accionistas, sin real poder deliberativo en las grandes organizaciones privadas ante los grandes accionistas, desreglamento en la distribución de premios de gestión, opacidad y engaño acerca de esos productos financieros nuevos, inventados para dividir el riesgo y confundir los incautos, debajo de conceptos varios que ni los bancarios, que los vendían en segunda línea, ni los depositantes y pequeños inversores comprendían su composición o riesgo (derivados, futuros, swaps, técnicas del llamado subprime, aunque sus simples designaciones debieran hacer tremer banqueros acautelados, los gobiernos y los supervisores públicos), apalancamientos bancarios exorbitantes, generalizado juego bancario de fracción diminuta, poniendo en riesgo todo el sistema, osmosis interfuncional entre la clase política, los actores administrativos públicos y el mundo económico-financiero, sin que los gobiernos intervinieran a defender los que podrían salir perjudicados.

Las empresas financieras exageran en la asunpción de riesgos porque sus directivos y funcionariso superiores tienen compensaciones si ganan mucho, aunque no pierdam en los años en que hacen perder, y siguen auferindolos incluso si las empresas en quibra o falta de liquidez pasan a estar apoyadas por el Estado.

Sin un sistema de compensaciones a largo plazo, eventualmente acciones a mantener en cuanto al servicios, bajando o subiendo de acuerdo con los resultados, o premios (sistema de bonus-malus, propuesto por Raghuram Rajan) sobre la lucratividad de productos nuevos después de testados en el mercado financiero,o entonces premios dados con estos títulos nuevos arriesgados, nada tienen a perder y todo a ganar con innovaciones de lucratividad inmediata igual que ruinosa en el futuro.

En efecto, en cuanto al diagnóstico de la crisis y sus consecuencias para los ciudadanos, los déficits de controles públicos y de la información a las personas tienen gran responsabilidad

Las causas próximas de esta magna crisis, un averdadera Gran Recesíon en peligro de se transformar en Segunda Gran Depresión, las encontramos en el sector financiero, por falla al nivel del control del sistema financiero, por desregulación en parte (permisión de los bancos comerciales hacer negocios como cualquier institución financiera) y demisión de los poderes públicos en estar atento y regular los nuevos productos inventados por algunas grandes instituciones financieras americanas, todo acompañado por una banca, allá como en Europa y no sólo, incapaz de comprender y gestionar los riesgos de los nuevos productos financieros (desvíos funcionales del sistema bancario y ganancia-engaño-imprudencia-incapacidad de prever eso riesgo del sistema financeiro en general) y gran dosis de ocultamientos a los depositantes-inversores de esos excesivos riesgos[28].

Por ende, la crisis de la banca ha arrastrado la crisis de la economía y la recesión mundial, por falla técnica de los modelos econométricos usados e incapacidad de la política, con retrasos, insuficiencias en dinamizar la demanda (acompañadas de excesivo endeudamiento público con errores de inversiones, sin efectos multiplicadores y rescates fabulosos con dineros públicos y, seguidamente políticas presupuestarias recesivas, sobrecargando los ciudadanos con impuestos y cortes salariales) y también soluciones públicas contradictorias, incapaces de evitar el colapso de todo el sistema económico.

En causa, inicialmente, el mercado hipotecario inmobiliario del crédito sub-prime, generador de los “activos tóxicos”, dominando las hojas de balanza de la banca.

En cuanto a las causas más profundas, sistémicas, se repiten las tesis sobre la gran depresión de 1929: las teorías liberales, conservadoras, indican el exceso de dinero, debido a la permisibilidad de la política fiscal y monetaria, que ha permitido vivirse encima de las posibilidades, con dinero barato, durante mucho tiempo, en cuanto las teorías inspiradas en un abordaje keynesiano indican el exceso de ahorro, por falta de confianza en la economía, la incerteza del futuro, el pánico, desencadenado por errores cometidos desde luego en los medios financieros.

Se han acumulado las crisis del petróleo, después las burbujas desde las tecnológicas hasta las crisis de Asia a la actual crisis inmobiliaria, creando crisis por todo el lado (primero por aplicación en términos incorrectos en EUA del pensamiento keynesiano sobre la utilidad de las inversiones públicas, en gran parte erradas, la crisis del petróleo (y después medidas de desregulación, y en general sobre el crecimiento económico, de naturaleza neoliberales sobre la no intervención de los Estados, ante la adhesión al axioma del mercado perfecto, racional, y de la disponibilidad por los privados de la información total para tomar decisiones).

Y, actualmente, en Norte de Europa, que en este mundo globalizado y de deficiente integración europea, ha originado aquí excedentes en unos países con natural consecuencia de falta de dinero en otros, y así allí dinero barato, pero después seguido del aumento da tasa de interés americana en 2005, con el fin del boom inmobiliario y por tanto el colapso de la economía que se viene expandido en el mundo desde 2007-2008.

Esto, a pesar de las medidas de reacción, incluso en UE, aquí fragmentadas, atrasadas, incoherentes e insuficientes, acompañadas por bajas de la evaluación de las corrompidas agencia de rating y también en muchos momentos sus trucos (los accionistas de unas están en otras y son inversores, haciendo bajar (y compran) y subir (y venden) las evaluaciones y las tasa de interés y el valor bolsista), lo que sigue provocando la quiebra abrupta de niveles de confianza y de inversiones, que va a perdurar, en cuanto aquellas no sean reformadas por los poderes públicos norteamericanos, o creadas otras de naturaleza más seria, entidades independientes y con estrictas reglas de no acumulación de funciones, o el BCE, los Estado europeos y las organizaciones económicas en Europa no dejen de aceptar pagar a las agencias de rating americanas.

En el campo de los hechos recientes, los elementos evidentes son:

1.º- Crecimiento centrado en el mercado inmobiliario con bancos comerciales (o sea, la banca de retallo y de depósitos particulares), ante la desregulación legal, a funcionar como bancos de inversiones (con apuesta en el inmobiliario y su titulación: EUA y RU, España, Francia, con Reino Unido y EUA en recurso a financiamiento externo);

2.º - Titulación, en el ámbito de la política de desregulación, significativa de hipotecas sub-prime (emprestando más que el valor de las casas) y dispersión global  (por garantizaren tasas de rentabilidad superior a las tasas de interés de las obligaciones del Estado, en el mercado bancario mundial), garantizados por notaciones de créditos y asegurados por los peligrosos credits-default swaps;

3.º- Quiebra del valor de los títulos referentes a casas cuyo valor ha descendido (las pérdidas registradas en 2007, con el sub-prime a demoler los modelos de riesgo usados por los bancos (Frank Partnoy);

4.ª- Quiebra de los préstamos interbancarios y a los clientes (asfixia del crédito), con crisis de liquidez a transformarse em crisis de solvencia, por los bancos de retallo no consiguieren préstamos en el mercado bancario por grueso; y luego la crisis del crédito a pesar de la baja de la tasa de interés –solución clásica- a volver la crisis de gastos, sin que los Estados entrevieren a nivel del sistema global, de la UE e incluso nacional (algunos pequeños y con economías débiles, como Portugal, además ya muy súper-endeudados, o por inversiones con destino errado o para afrontar correctamente la crisis bancaria con aumento del gasto público, cuando los propios creedores aprietan en la cobranza y las reglas conservadoras de la UE exigen límites máximos de déficits públicos, preocupada a penas con la inflación, como si estuviésemos en pleno empleo y no existiera una crisis económica debida a la falta de confianza con diminución de inversiones privadas);

5.º- Quiebra del valor de las materias-primas y da confianza de los inversores, con colapso del mercado de acciones y el derrapar económico y la  gran recesión mundial (en septiembre/octubre 2008, la crisis financiera se ha transformado en una ola de pánico clásica, inmovilizando la liquidez).

 

Como ha confesado uno de los mayores responsables de la desregulación y la teoría d no intervención del estado, el presidente de la Reserva Federal americana, debido a todo esto, en el día 18.9 de 2008, por la hora de almuerzo, caso el gobierno americano no tuviese interviniendo, habría roído la economía americana y en el día siguiente la mundial, o sea, todo el sistema económico y el sistema político en que vivíamos[29].

 

La política de desregulación responsable por este drama se procesa con tres decisiones liberalizantes y otras omisiones o medidas ineficaces ante la evolución de la dinámica de los mercados:

1.º- Decisión de los EUA, em 1999, de revocación de una ley norte-americana, consecuente con la Gran Depresión y sus causas, la LeyGlass-Steagall de 1933, lo que se ha contagiado a todo el mundo, y que impedía que los bancos comerciales, o sea, operando en el sector del retallo (y los únicos que podían recibir depósitos de los particulares) se envolviesen en actividades de inversiones (como la subscrición y venda de títulos);

2.º- Decisión de los EUA de no regular los muy arriesgados credits-default swaps;

3.º- Decisión de la US Securities and Exchange Commission de 2004 de permitir a los bancos aumentaren sus “rácios” de apalancamiento , hasta niveles muy excesivos, a todos los títulos;

4.º- En general, la filosofía da fiscalización y regulación mínimas (light-touch regulation) ha dominado la política, desde el período Reagan-Thatcher (consenso anglo-americano, inspirado por el pensamiento económico austríaco de final del siglo XIX, dentro de la línea liberal que se juzgaba muerta con la Gran Depresión, contra el anterior consenso keynesiano-socialdemócrata.

El consenso kynesiano había gobernado, en creciendo de bien-estar y Estado Social de Derecho, con los partidos demócratas-cristianos, liberales y social-demócratas, hasta fines de la década de setenta.

La nueva ideología neoliberal se  basa en tres presupuestos falsos: la hipótesis de las “expectativas racionales” , la teoría de los “ciclos reales de negocios”  y la teoría de los “mercados financieros eficientes” . Y de que, por ende, los mercados son capaces de auto-regularse y que “cualquier regulación pública más apretada trabaría la iniciativa privada”[30].

Según elle, sólo sería permitida y estaría garantizada la mera auto-regulación del riesgo basada en complejos modelos de gestión de riesgo matematizados, que ni banqueros ni inversores ni poderes públicos comprendían, viviendo todos de la confianza en financieros e instituciones aprovechadoras de esta complejidad, que ellas misma habían creados para ocultar (a través de la gran dispersión de los títulos complejos, incluso en todo el mundo),  sus negocios opacos, riesgos y ganancias de lucros fáciles.

5.º- Inercia de los poderes públicos, ante el peligro de la inflación del precio de los activos financieros, en la creencia de la eficiencia de los mercados, con los bancos centrales preocupados sólo con el control del nivel general de los precios al consumidor (inflación);

6.º- Inercia de la política social y los errores de las políticas fiscales, que, en los últimos treinta años de economía neoliberal, pasaran a favorecer la canalización de los rendimientos del progreso esencialmente y proporcionalmente para los ricos y súper-ricos;

7.ª- La política pública de estímulos con inversiones erradas, tal como la de incentivos, ante la crisis bancaria y del crédito, es incorrecta si no llevar a que el efecto multiplicador del dinero sea alto (lo que no es garantizado por la simple creación de dinero, como pretenden los monetaristas, o por medidas de auxilio financiero, como practicaran ciertos gobiernos), pero a penas por el gasto efectivo del dinero (como ha propugnado KEYNES).

 

Las dos principales teorías macroeconómicas en confronto en la actualidad están divididas sobre la cuestión política: o sea, no sólo en la cuestión de la intervención del Estado, como sobre los incentivos a la economía.

Los neoliberales, que acreditan en el reequilibrio continuo de los mercados a entendieren que estos sólo “fallan ante la información imperfecta y otras fricciones”, debiendo los incentivos pasar por la emisión de moneda por el Banco Central y los neokeynesianos (o sea, defensores de una síntesis esencialmente neoclásica, pero con algunos ingredientes keynesianos, para permitir defender la necesidad de alguna intervención del Estado y así se demarcaren de los actuales neoliberales y no perdieren sus cátedras en las universidades americanas y otras, dominadas por el mundo económico a quien sólo interesa la ideología que sirve a sus intento de gran lucratividad, sin controles del Estado) con defienden que el Estado debe gestionar un déficit presupuestario financiado por la emisión de obligaciones canalizando este dinero directamente para los proyectos de infra-estructuras.

***

Las diferencias entre los neo-economistas (economía main stream, de neoclásicos y neokeynesianos: que, en el conjunto, reducen el espectro de las políticas macroeconómicas y alteran el objetivo específico de esta) y el keynesianismo, puede resumirse en ciertos principios básicos errados, como las crisis lo demostran:

1.º - El principio de la plena disponibilidad de información perfecta y de la despreziblidad del problema de la incerteza en la economía.

Los agentes económicos poseen o pueden adquirir la información perfecta relativamente a acontecimientos futuros por el que la incerteza puede ser encuadrada por cálculos de probabilidades.

Esta nueva y errada teorización económica procesa la abolición de la distinción, que es fundamental, entre incerteza de la economía (considerando irrelevante la psicología de los mercados financieros, la variabilidad de la inversión y el papel de la moneda como reservatorio de valor), y riesgo de los agentes económicos.

2.º - El principio de la garantía de la automaticidad de ajustamientos eficaces.

Los neoliberales han abolido el factor tiempo, pues a los choques externos no tienen de seguirse situaciones en que los mercados gestionan crisis, una vez que los agentes con información continuamente actualizada proceden a ajustamientos instantáneos.

Diferentemente, los neokeynesianos admiten fallas a corto plazo (sobre todo debido a la rigidez de los precios ante los choques de la demanda), pero no explican as fallas de la demanda agregada al desconsiderar el factor incerteza.

Los mercados por sí nunca consiguen auto-equilibrarse al nivel del pleno empleo ni a corto ni a largo plazo, pues no es posible poseyeren información necesaria para tal.

3.ª – El principio de la aplicación de la optimización, por parte de las empresas y consumidores (microeconomía) a la macroeconomía, apartando las ideas resultantes de la incerteza ante el futuro y por ende la consideración de la estructuración del comportamiento individual por datos psicológicos agregados (propensión al consumo, estado de confianza, preferencia de liquidez).

4.º- El principio de que los estímulos deben ser fiscales, lo que ha resultado n la disminución de los impuestos alas grandes fortunas.

 

Se ha recapitalizado la banca con dinero de los contribuyentes, pero esto, como dice PAUL KRUGMAN, no será “suficiente”, debiendo “nacionalizarse gran parte del sistema financiero” y con los estímulos “a asumir la forma de gastos y no de bajas fiscales (excepto para los muy pobres)”[31].

Dicho esto, no puede dejar de considerar-se que:

1.º- No sólo la información en posesión dos agentes financieros y económicos en general, como mucho menoso de los particulares, depositantes e inversores no es perfecta y no circula suficientemente y además no es gratuita, como las innovaciones libres y no reglamentadas permiten crear por algunos productos de alto riesgo y venderlos impunemente, en su provecho, con alto rendimiento, y con prejuicio de los otros, que son la mayoría, no sólo dentro de un país, pero en todo el mundo.

2.º- No es necesario releer para saber que el hombre puede cometer enormidades orientado únicamente por razones egoístas, si el Estado no regula ni supervisiona, que nada contribuyen para el bien de la sociedad, contrariamente al pensamiento de la fundador de la análisis económica, ADAM SMITH y su mano invisible en que tanto creen los neoliberales, a empezar por el jurista austríaco FREDERICH HAYEK.

O sea, no se puedes partir de la premisa ni de la bondade ni de la racionalidad del mercado y sus agentes, ni que, ante desvios, elle s y el mercado sorberán auto regularse, corrigiéndolos.

3.º Nunca como hoy, en este mundo con integraciones regionales y globalizado, importa llamar el estado a regular, estableciendo reglas claras y transparentes y a controlar la actuación de los agentes económicos y aún de otras entidades públicas fuera de sus países cuyos comportamientos y reglas de acción no dependen de sí, en defensa de sus ciudadanos en general.

 4.º-Los bancos que aceptan depósitos no deben poder hacer negocios en el ámbito financiero, sólo hacer préstamos a las empresar, dentro de los parámetros de lucro normales de esta actividad, debiendo serles interdicta la actividad cumulada y todas las reglas de los Estados sobre el funcionamiento de los mercados son importantes  y así como sobre sus productos, incluso en el mundo financiero, todas las encuestas, investigaciones, controles, conclusiones.

 

Como refiere JOSEPH STIGLITZ, hay aquí un problema fundamental d efalta de transparencia en el mundo financiero, qu importa impedir.

Ygualmente, NOURIEL ROUBINi, referindose a los oligopolios de los bancos de inversiones, que han ganado más que todos con este estado de cosas, acrecenta qu lo gan hecho “explorando la falta de transprencia de estas operaciones para extraer lucros a inversores crédulos, la mayoría de lso cuales acababan en los bolsillos d lso funcionarios de esas empresas y no en sus accionistas”[32], que todo les permitiam con esperanza de grandes rendimientos.

 

El derecho a la información sobre los asuntos y productos financieros, que consumimos (tal como los alimentos, las medicinas, los productos con ecotocicidad, etc.), es también, en este campo, algo a deber ser repensado, con obligación de información por parte del mundo económico y financiero y del Estado, con su atribución, aunque con reglas específicas, no sólo a todos los que depositantes de dinero en la banca comercial y todos los inversores en la banca de inversión y en otras instituciones financieras, como también a los ciudadanos, potenciales utilizadores y posibles engañados, como ha ocurrido con las causas de esta crisis, o sea, por el público en general, dado su papel transcendente en la sociedad n general, y los encargos que, cuando en dificultades, causan a los Estados, los contribuyentes y trabajadores y ciudadanos en general (cortes de salarios, de meses de remuneración, de prestaciones sociales, etc.).



[1] KEYNES, John Maynard –Teoria Geral do Emprego, do Juro e da Moeda. Lisboa: Relógio D’ Água, 2010, p.364.

[2] TEMIN, Peter –Lecciones de la Gran Depresión.Madrid: Alianza Editorial, 1995.

[3] ALLEN, Franklin; GALE, Douglas -Understanding financial crisis.Oxford: Oxford University Press 2007; KINGDLEBERGER, Charles –Manías, pánicos y creacs: historias de las crisis financieras. BaRcelona:Ariel, 1991; REINHART, Carmen M.; ROGOFF, Kenneth S. -This Time is different; Eiggt Centuries of Financial Folly. Princepton: Princeton University Press, 2009; PARETO, Vilfredo -Manual of Political Economy, 1906.

[4] SANTOS, António Carlos dos; GONÇALVES, Maria Eduarda; MARQUES, Maria Manuel Leitão -Direito Económico. 5.ª Ed., Coimbra: Almedina, 2004, p.10.

[5] Idem, p.13.

[6] Vide, sobre liberalismo y intervencionismo (referido a un período de tiempo, en España, que, en su mayor parte, se ha mismo llamado de “Estado Administrativo”, en pleno siglo del liberalismo histórico), como ha sido fundamental para el desarrollo de los pueblos, el intervencionismo del Estado, desde luego en la actividad de fomento, en un reciente y bien fundamentado estudio de SANTIAGO ROSADO PACHECO, intitulado El Estado administrativo en la España del siglo XIX: Liberalismo y intervencionismo.(Notas históricas a proposito del fomento, la expropiación y la contratación administrativa. 1836-1869. Cuaderno y Debates, n.º92.Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, marzo 2000.

 

[7] FRANCIS, J. – The politics of regulation. Oxford: Blackwell, 1993; Théret, B. – Régimes économiques de l’ordre politique.Paris:PUF, 1992.

[8] DEHOUSSE, R. et alteri -<europe after 1992:New Regulatory Strategies. Florença: IUE, Workinh Paper Law, n.º 92/31; MAJONE, G. – “The rise of statutory regulation in Europe”. In Regulating Europe. Londres:Routledge, 1996, p.54

[9] ARIÑO, Gaspar – Economía y marcado: crisis y reforma del sector público. Madrid: Marcial Pons, 1993, p.259 e ss.

[10] COM (85) 310 final: Libro Blanco sobre la “realización del mercado interno”. Bruselas, de 9.9.1986.La inicial unión aduanera y eliminación de barreras no páutales, físicas y fiscales, impidiendo que en época de recesión los estados pudiesen aplicar políticas proteccionistas, a favor de sus producciones y mercados nacionales, creando obstáculos a las importaciones,  se ha juntado, en la década de noventa, nuevas medidas para facilitar la circulación de bienes: Código Aduanero Comunitario (Reglamento CEE n.º2913/92, 12.10), un régimen IVA transitorio hasta pasar la tributación para el país de origen, para abolir controles aduaneros por razones fiscales y reducción significativa de las barreras de naturaleza técnica al comercio intra-comunitario (armonización técnica y normalización: o.c., p.414).

[11] Las libertades de circulación de mercadorías, personas, capitales y prestación de servicios. Esta libertad, se no abarcada por las disposiciones das libertades anteriores, integra prestaciones de naturaleza variada, industrial, comercial, actividades artesanales, profesiones liberales, servicios bancarios, seguros, servicios financieros en general, pero existe un régimen especial para los transportes. Los Estado tenían tributaciones de capitales muy distintas, pero el TC de la UE no ha entendido integrar la liberalización de los servicios financieros en las libertades comunitarias, por el movimiento de capitales tener relación con la política económica y monetaria de los Estados. Esta liberalización sólo es afirmada en 1988, para ser atingida en 1.7.1990, lo que el Tratado de Maastricht ha reforzado, interdictando en principio restricciones a los movimientos de capitales y de pagos dentro de la UE (espacio financiero europeo) y, a partir de 1.1.1994, con los otros países.

[12]GREENWALD, Bruce; STIGLITZ, Joseph E. – “Externalities in Economics with Imperfect Information and Incomplete Markets”. In Quartely Journal of Economics, 1986.

[13] Stiglitz, j. E. –Los felices noventa. Madrid:Taurus, 2003.

[14] STIGLITZ, Joseph E. – Freefall. America, Free Markets, and the Sinking of the World Econimy. Traduzido para español por Alejandro Pradera e Núria Petit: Caída Libre: El libre mercado y el Hundimiento de la economía mundial. Madrid: Taurus, Santillana Ediciones Generales, 2010, p.93.

[15] WILKINSON, Richard; PICKETT, Kate – The Spirit Level: Why More Equal Societies Almost Always Do Better. London: Allen Lane, 2009.

[16] Se trata de la medida convencionalmente acepte de la distancia que separa los ricos de los pobres.

[17] En el fondo, un retorno a la ideología anglo-escocesa dominante en el siglo XVIII, también exportada para los EUA (donde la mayor distancia de las autoridades centrales con relación a los ciudadanos aumentaba aún más la desconfianza sobre lo que era público, llevando incluso ciertos sectores a considerar como una pérdida de rendimiento sin compensación el pago de impuestos), centrada en la idea de que el poder del Estado debía ser limitado al máximo, en un ambiente de ilusión sobre los beneficios del individualismo que no quería ver sus limitaciones y los beneficios del a provisión de la sociedad con bienes colectivos que en general sólo la colectividad tenía capacidad de promover. Por todos, vide, JUDT; T. –oc, p.42-43. Hoy, es peor pues los pensadores económicos o econométricos dominantes, formados en una generación que aún domina todos los aparatos de poder, pretenden incluso destruir las fundamentales reformas sociales del tipo del New Deal o de la Gran Sociedad americana o social-democráticas creadoras del Estado Social de Mercado de tipo europeo, olvidándose del aviso de KEYNES, en 1934, después d una visita a Washington que ha julgado muy positiva para el futuro del mundo, que decía: “Ocasionalmente, encontramos aún algún economista clásico (o sea defensor del liberalismo no controlado), que deberán defenestrare, pero la mayoría ya no lo es” (Carta a Felix Frankfurt, apud JUDT, T. –oc, p.44).

[18] V.g., en Reino Unido, los datos disponibles permiten concluir que se los activos bancarios en porcentaje del PIB tenían permanecido constantes en cerca de 70% desde la década de 1880 hasta el inicio de la de 1970, ya en 2005 sobrepasaban los 500%; y a la medida que crecía la riqueza nacional agregada, aumentaba la pobreza de la mayoría de las regiones. 

[19] MILTON FRIEDMAN (con su “Capitalism and Freedom”, Univ. Chicago, 1962, etc.), vendría a influenciar la política de Ronald Reagan, y a ganar audiencia con la crisis de 1973 (y atribución del premio Nobel en 1976). Acontece que, porque esa crisis no es exclusivamente monetaria, contrariamente a su teoría sobre la Gran Depresión, ha venido acusar los 30 años anteriores de keynesianismo y consenso sobre el Estado Social, de estar en su origen. Irónicamente, hoy, el neoliberalismo, propulsor de la centralidad del capitalismo financiero, después de 30 años de dominio hegemónico, de pensamiento único, anglo-americano, reaganiano-thatcheriano, traducido en el llamado Consenso de Washington (callando por toda la parte el pensamiento keynesiano, de la Escuela de Cambridge, o por lo menos de síntesis compromisoria samulsoniana o de los neokeynesianos), generalizado a la escala mundial, de economía liberal globalizada, es él y su Escuela de Chicago, que está en causa, condenado por esta crisis que (contrariamente a la afirmaciones de Friedman o de Lucas de que la economía hoy era una ciencia que podría prever el futuro y tenía soluciones liberales para todo), lleva los economista de la regulación a apuntar de nuevo el dedo a la problemática de la demanda, creciente repartición muy desigual del rendimiento, efectos desestabilizadores del sistema monetario internacional, etc.

[20] El canadiano GALBRAITH, elegido presidente de la Asociación Americana de Economía en 1973, impresionado desde luego por la lectura de “Consecuencias Económicas de la Paz” de KEYNES (como refiere en “Viajes en el Tiempo Económico”, p.46, de la versión francesa), y su afirmación de que el Tratado del pos-guerra tenía dos objetivos, arruinar la Alemania y su capacidad de pagar y simultáneamente exigir que ella haga el pago, origen de la inflación galopante de la República de Weimar y del desastre de la democracia y recesión favorecedora del que sería la “experiencia” hitleriana.

[21] Vide, STIGLITZ, Joseph E. (casi keynesiano, de síntesis pro-clásica, Premio Nobel de la Economía en 2001 y Consejero del Presidente Clinton, Catedrático de Economía en la Universidad de Columbia) –“Prefacio”. In Frefall. America, Free Markets and the Sinking of the World Economy, 2010. Traducido para español por Alejandro Pradera y Núria Petit: Caída Libre: El libre mercado y el Hundimiento de la economía mundial. Madrid: Taurus, Santillana Ediciones Generales, 2010, respectivamente p.11 y 12.

[22] Vide, presiones de UNICE –La dimension sociale du marché intérieur: La posición de l’Unice. Bruxelas, 30 de Novembro de 1988.

[23] UNICE decía: “Si la Comisión perseguir en su intención de legislar en este dominio, ella matará el diálogo social”: vide, Unice –“Agence Europe”, In Droit des societés, n.º 4905, 2 de Dezembro de 1988.

[24] HÉRITIER, P; TADDÉÏ, D.; GROZEILLER, A.-M. –Les Enjeux de l’Europe sociale. La Découverte, 1991.

[25] Manifesto dos Economistas Aterrados, Crise e dívida na Europa, 10 falsas evidências, 22 medidas para sair do impasse. Prefácio de João Rodrigues e Nuno Serra. Lisboa: Ed. Actual, Março 2011, p.30.

[26] Vide, la lúcida análisis de EICHENGREEN, Barry –Golden Fetters: The Gold Satandart and the Great Depression 1919-1939.Oxford University Press, 1992. Y aún del gran responsable de esta crisis mundial, BERNARNKE, Bem -Essays on the Great Depression. Princeton University Press, 2004.

[27] MITCHELL, Wesley Claire -Business Cycles: The Problem and Its Setting. National Bureau of Economic Research, 1927; LUCAS, Robert –Studies in Business Cycles Theory. MIT Press, 1981, p.217; Greenspan, Alan –The Age of Turbulance: advertures in a new world. New York: The Penguin, 2007, p.490 e ss.

[28] Vide, v.g., ROBERYT SKIDELSKY – Keynes, 2010.

 

[29] Bernanke, Ben –Washington Journal, de 6.2.2009, tv c-span.

[30] SKIDELSKY, Robert -Keynes: The Return of the Master. 2009. Traducción de Sónia Oliveira. Keynes: O Regresso do Mestre. Lisboa: Texto Editores Lda, 2010, p.54.

[31] “Lt’s get fiscal”. In New York Times, 17 octubre de 2008; “Franklin Delano Obama?. In New York Times, 10 de noviembre de 2008; “Depresion Economics return”. In New York Times, de 14 de noviembre de 2008; “Deficits and de future”. In New York Times, de 1 de diciembre de 2008; “What to do?”. In New York Review of Books, de 18 de diciembre de 2008.

[32] ROUBINI, Nouriel; MIHN, Stephen –Economia de Crise: Um Curso Intensivo sobre o Futuro da Finança.Lisboa:D.Quixote, 2010, p.238.